Miles de focos iluminando nuestros cuerpos, y flashes. Me llamaban, había que mirar para todos lados. Y una sonrisa, eso siempre. Que no falten, ya no iban a faltar. Era feliz, la persona que tenía junto a mí era la causa. Dani, mi felicidad, mi sonrisa, mi tierra como raíz. Mis sentimientos afloraban, crecían como una rosa roja que abre sus pétalos en primavera. Mi corazón era Marzo, el mes de la alegría. El invierno ya había pasado, el sol se abría paso a nuestros pies. Borraban las nubes, la oscuridad. Y todo se llenó de luz, de felicidad. Aquel día... Volvamos a aquel día...
La prensa cubría exclusivas tan sólo con nosotros. Éramos los protagonistas de telediarios, Dani Fernández había vuelto y lo hacía al lado de su novia adolescente. La felicidad nos embriagaba, todo giraba en torno a nosotros, todo era posible de nuevo. Recuerdo un momento de calma, los cámaras nos dejaron un descanso. Suspiramos a la vez, eso cansaba más de lo que pensaba. Recuerdo evadirme por la música del lugar y entonces le miré y vi en sus ojos un brillo especial, él miró para mí y me sonrió con cariño. Me apretó hacia él y me besó en el pelo. Entonces me di cuenta que ese no era el beso que deseaba, me aparté quedando uno enfrente del otro y nos miramos a los ojos. Él me observaba extrañado, yo le miré y sonreí pícara. Me fui acercando hacia él, apreté su chaqueta contra mi cuerpo y nos dimos un beso, un beso tan deseado que emocionaba sentirlo de nuevo. En mi cuerpo estallaron miles de sentimientos, mis labios se unían con los suyos de nuevo, después de tanto tiempo. Se habían echado de menos, mucho. El sabor de sus labios rozando los míos me estremecía, me hacía feliz de nuevo. Él guiaba y yo me dejaba llevar. Me estaba volviendo loca, pero ¿qué más da un poco de locura para tanto amor? Así se vivía la vida bien. Un calor me empezó a invadir por todo el cuerpo y mis ganas de probar sus labios se hacían mayor. No fuimos consciente de que todos a nuestro alrededor se pararon a contemplar la estampa de dos enamorados, de un amor verdadero. ¿Qué más daba la diferencia de edad? ¿Qué más daba cinco, diez, o quince años más? En esta vida sólo somos almas vagando por nuestra gemela para ser feliz. Almas que no tienen edad. Eso sólo es un clasificatorio más, un número que sólo pretende separar a personas, a imposibilitar el encuentro entre dos almas gemelas, del amor verdadero. Pero nosotros no caeríamos en eso, nosotros no vimos esa diferencia, nadie la tomó a mal, y si alguien lo hacía nos daba igual.
La prensa cubría exclusivas tan sólo con nosotros. Éramos los protagonistas de telediarios, Dani Fernández había vuelto y lo hacía al lado de su novia adolescente. La felicidad nos embriagaba, todo giraba en torno a nosotros, todo era posible de nuevo. Recuerdo un momento de calma, los cámaras nos dejaron un descanso. Suspiramos a la vez, eso cansaba más de lo que pensaba. Recuerdo evadirme por la música del lugar y entonces le miré y vi en sus ojos un brillo especial, él miró para mí y me sonrió con cariño. Me apretó hacia él y me besó en el pelo. Entonces me di cuenta que ese no era el beso que deseaba, me aparté quedando uno enfrente del otro y nos miramos a los ojos. Él me observaba extrañado, yo le miré y sonreí pícara. Me fui acercando hacia él, apreté su chaqueta contra mi cuerpo y nos dimos un beso, un beso tan deseado que emocionaba sentirlo de nuevo. En mi cuerpo estallaron miles de sentimientos, mis labios se unían con los suyos de nuevo, después de tanto tiempo. Se habían echado de menos, mucho. El sabor de sus labios rozando los míos me estremecía, me hacía feliz de nuevo. Él guiaba y yo me dejaba llevar. Me estaba volviendo loca, pero ¿qué más da un poco de locura para tanto amor? Así se vivía la vida bien. Un calor me empezó a invadir por todo el cuerpo y mis ganas de probar sus labios se hacían mayor. No fuimos consciente de que todos a nuestro alrededor se pararon a contemplar la estampa de dos enamorados, de un amor verdadero. ¿Qué más daba la diferencia de edad? ¿Qué más daba cinco, diez, o quince años más? En esta vida sólo somos almas vagando por nuestra gemela para ser feliz. Almas que no tienen edad. Eso sólo es un clasificatorio más, un número que sólo pretende separar a personas, a imposibilitar el encuentro entre dos almas gemelas, del amor verdadero. Pero nosotros no caeríamos en eso, nosotros no vimos esa diferencia, nadie la tomó a mal, y si alguien lo hacía nos daba igual.